Cuando lo cotidiano —un gesto, un scroll, un hábito— se convierte en la primera señal de una adicción o desequilibrio emocional
Las microconductas y hábitos —como revisar el móvil al despertar o comer mirando la pantalla— pueden ser señales silenciosas de dependencia tecnológica o malestar emocional.
Vivimos en un mundo hiperconectado. Pantallas, notificaciones, redes sociales y estímulos constantes marcan nuestro día a día. Pero lo que parece una rutina inofensiva —revisar el móvil al despertar, hacer scroll mientras comemos, pasar horas en videojuegos— puede ocultar una adicción comportamental, una desregulación emocional o un inicio de malestar psicológico.
Las microconductas cotidianas son comportamientos pequeños, repetidos una y otra vez, a menudo sin conciencia. Con el tiempo, pueden volverse una forma de escape, una fuente de dependencia, o un mecanismo de evasión emocional. En muchos casos, son los primeros susurros del malestar.
¿Qué son las microconductas y por qué debemos prestarles atención?
Las microconductas son esos gestos que no parecen significativos individualmente, pero que repetidos sistemáticamente pueden revelar algo mucho más profundo:
- Revisar el móvil en cuanto nos quedamos quietos o aburridos.
- Consultar redes sociales durante comidas, conversaciones o momentos de descanso.
- Usar la tecnología para evadir emociones incómodas: estrés, tristeza, soledad.
- Necesidad constante de estímulos digitales para “sentirse bien”.
Estos hábitos, aunque parecen inofensivos, pueden marcar el inicio de un ciclo de dependencia emocional, ansiedad digital y desregulación afectiva.

Datos recientes: lo que muestran los estudios científicos
La literatura reciente aporta evidencia contundente sobre cómo el uso problemático de pantallas y redes sociales se asocia con deterioro en la salud mental. Algunos hallazgos relevantes:
- Un informe de la World Health Organization (2024) señala que más del 11 % de adolescentes muestran comportamientos problemáticos relacionados con redes sociales, con dificultades para controlar su uso. Organización Mundial de la Salud
- Un reciente estudio longitudinal sugiere que no es simplemente el tiempo de pantalla, sino el uso compulsivo (ansiedad por desconectarse, necesidad de estímulo, interferencia en la vida diaria) lo que se asocia con un mayor riesgo de ideación suicida entre jóvenes. WCM Newsroom+1
- Otro análisis en adultos jóvenes mostró que el uso adictivo de videojuegos o redes —más allá del tiempo total de pantalla— se relaciona con problemas de sueño, disminución de autoestima, problemas sociales y cognitivos. PMC+1
- Además, el uso excesivo de smartphones ha sido asociado con problemas de regulación emocional, impulsividad, dificultades cognitivas y alteraciones físicas como fatiga, insomnio o molestias corporales. PMC+1
Estos datos confirman lo que venimos observando en la práctica clínica: no es solo cuánto usamos la tecnología, sino cómo la usamos lo que determina su impacto en nuestra salud mental.
Cuando las microconductas se convierten en señales de alarma
En el día a día del trabajo terapéutico del CTAC constatamos que estos pequeños hábitos pueden ser los primeros indicios de un problema más profundo. Algunas señales que deben alertar:
- Uso compulsivo del móvil o las redes sociales, incluso cuando no hay un motivo claro.
- Incapacidad para desconectar: irritabilidad, ansiedad o malestar cuando no tienes acceso a tus dispositivos.
- Aislamiento progresivo, retraimiento social, pérdida de interés por relaciones personales o actividades fuera del ámbito digital.
- Necesidad constante de estímulos digitales para sentir calma o alivio emocional.
- Alteraciones del sueño, del estado de ánimo o de la estabilidad emocional.
Si reconoces alguna de estas señales en ti o en alguien cercano, puede ser el momento de revisar tu relación con la tecnología.
Cómo puede ayudarte el CTAC
En el CTAC abordamos estas problemáticas con seriedad, empatía y evidencia científica. Nuestro objetivo no es demonizar la tecnología —no se trata de eliminarla—, sino recuperar el control sobre su uso, restablecer el equilibrio emocional y reconectar con la propia vida.
- Evaluación psicológica y conductual individualizada.
- Terapia individual, familiar o grupal según necesidad.
- Reeducación de hábitos digitales y estrategias de regulación emocional.
- Planes de prevención de recaídas y apoyo continuo.
Con acompañamiento profesional, muchas personas logran transformar lo que comenzó como una costumbre inofensiva en una vida más consciente, equilibrada y saludable.
Una invitación a escuchar los susurros
Las microconductas no son un fallo de fuerza de voluntad. Son una señal de que algo necesita atención: nuestras emociones, nuestra forma de relacionarnos o nuestra conexión con nosotros mismos.
Observarlas, reconocerlas sin juicio y permitirnos pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía.
En el CTAC te ofrecemos un espacio seguro, profesional y comprometido con tu bienestar emocional.
Las adicciones han cambiado. La forma de tratarlas también. Nosotros estamos aquí para cambiar eso.


