Trastornos de la conducta alimentaria

La comida forma parte de nuestro ambiente diario y es un vehículo de expresión de las características neurocognitivas de la persona. Últimamente también forman parte de nuestra vida las nuevas tecnologías que han supuesto un gran avance en nuestra  forma de vida permitiéndonos estar en comunicación permanente y contar con todo tipo de información a tiempo real. Sin embargo el uso excesivo, incontrolado, sin límites puede derivar en una adicción interfiriendo en el desarrollo de la vida diaria.

En los últimos tiempos han aparecido las denominadas adicciones a las nuevas tecnologías o ciberadicciones entre las que encontramos (el abuso de internet, redes sociales, móviles, videojuegos…).

Tanto en los trastornos de la  conducta alimentaria como en las adicciones a las nuevas tecnologías   existe la incapacidad por parte de quien las sufre, de gestionar su tiempo en actividades varias y se centra en una sola actividad que se convierte en el eje central de su  vida hasta el punto de interferir en el cumplimiento de las obligaciones diarias, mostrando cambios drásticos en los hábitos de vida y en la disminución de la sociabilidad; cuando esta actividad ocasiona daños o perjuicios en la vida diaria o en la salud y no se puede parar de realizarla es la clave para poder saber que estamos ante uno de estos trastornos o adicciones.

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Las personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria o adicciones a las nuevas tecnologías poseen ciertas características neurocognitivas que al sumarse a ciertas características metabólicas y afectivas les conduce a tener problemas en la ejecución de la conducta. Todas las personas tenemos este tipo de rasgos en mayor o menor medida; estos rasgos que nos impulsan a actuar y ser de una determinada forma de ser; heredamos estos rasgos y características genéticas que a veces, al juntarse con ciertos ambientes o patrones de conducta, se potencian y conducen a la aparición de trastornos de conducta. Tanto la comida como los videojuegos son instrumentos que dan salida a estos rasgos obsesivos, compulsivos, rígidos, a las fluctuaciones de humor….

Las personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria o adicciones a las nuevas tecnologías comparten no solo la pérdida de control y la dependencia, sino también otras características como el síndrome de abstinencia, las dificultades socioemocionales y relacionales,  y rasgos de personalidad entre los que encontramos  la baja autoestima, el rechazo a la imagen corporal, alexitimia, labilidad e impulsividad, afrontamiento inadecuado ante las dificultades cotidianas…..

La adolescencia y los primeros años de la adultez es la etapa de mayor riesgo aunque también se pueden dar en personas de cualquier edad. La adolescencia es un periodo vulnerable en el desarrollo de problemas de imagen corporal y trastornos de la conducta alimentaria.

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Adicción a las nuevas tecnologías

Actualmente se está viendo la existencia de comorbilidad entre las adicciones a las nuevas tecnologías y los trastornos de la conducta alimentaria: trastorno por atracón, bulimia nerviosa y algunos fenotipos de obesidad (siendo la obesidad consecuencia de trastorno de la conducta alimentaria)

Por otro lado, muchos aspectos del uso problemático de internet parecen importantes en el mantenimiento y desarrollo de los trastornos alimentarios como pueden ser el consumo excesivo de sitios de redes sociales y contenidos pro-trastornos conducta alimentaria que se pueden encontrar en internet y en las redes sociales, así como uso excesivo de aplicaciones de seguimiento de calorías y fitness. Los adolescentes están expuestos diariamente a muchas imágenes entre las que encuentran influencers, celebridades y modelos de fitness que en su mayoría exhiben ideales de belleza que son inalcanzables para casi todo el mundo provocando una insatisfacción hacia el propio cuerpo.

En relación a los trastornos de la conducta alimentaria,  existe  una tendencia a querer clasificar, etiquetar estos  los trastornos y ello nos puede llevar a simplificarlos y encorsetarlos; no son solo trastornos que se refieren a problemas con la conducta alimentaria, esta forma de clasificarlos puede inducirnos  a una visión equivocada de dichos problemas: lo que primero debemos tener en cuenta es que hay  un problema en el control de la conducta, lo alimentario es una parte del problema, no el todo. Tampoco es un mero problema cultural, ni educativo ni la presión de un esteriotipo de belleza.  Nos encontramos ante problemas neuropsicológicos que se expresan como conductas disfuncionales.

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Son trastornos complejos en los que lo importante es entender a la persona, pensar en el endofenotipo de la persona para poder entender la magnitud de su trastorno. En los trastornos de conducta alimentaria podríamos encontrar a grandes rasgos dos endofenotipos neuropsicológicos principales: uno con rasgos de labilidad emocional, fluctuación del humor, impulsividad y pérdida de control (más relacionado con  el  trastorno por atracón) y otro con rasgos persevetativos y sobreegulados, sobreinhibición, conductas rígidas, obsesivas (más relacionado con  la anorexia nerviosa). En algunos trastornos encontramos rasgos de ambos endofenotipos (como puede ocurrir en algunos casos de bulimia).

Tanto en los trastornos de la conducta alimentaria como en las adicciones a las nuevas tecnologías, encontramos en muchos casos que uno de los síntomas es el autoengaño; la persona que sufre dicho trastorno o adicción no es capaz de pedir ayuda e intenta ocultarlo y son los familiares los que realizan el primer paso.

En estas situaciones, para conseguir que la persona reconozca que puede tener un problema, es muy importante generar un clima de confianza: tener una actitud lo más neutral posible mostrando apoyo, sin juzgar; intentar llegar a la persona conectando con sus sentimientos, mostrando interés por todo lo que le pueda preocupar y facilitando el diálogo para que pueda expresar sus miedos. Es muy importante hacerle comprender la necesidad de pedir ayuda profesional ante la difícil situación que está viviendo haciéndole ver que el terapeuta puede ayudarle a sentirse mejor consigo mismo y con los demás.